Hola Cuarto grado!
A petición de algunos que no pueden bajar el cuento, que estamos montando para el cierre de proyecto, leS coloco a continuación la narración completa. Todo lo que está en negro será leído por la narradora, lo que está en rojo es lo que dice MALEIWA y lo que está en azul claro, es lo que dice JUNUUNAY.
Los músicos saben cuál es el personaje que les toca, fíjense bien,... porque cada vez que la narradora diga el nombre del personaje, ustedes deben tocar el instrumento. Al igual, cuando se habla sobre el viento debe sonar la pandereta, tratando de que suene como, cuando el viento pasa entre las ramas de los árboles.
El que desee imprimir el cuento, puede hacerlo a través del link que está a su mano derecha en este Blog, dice
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EL ORIGEN DEL FUEGO
(Cuento Wayúu)
(Cuento Wayúu)
En un principio los hombres no
conocían el Fuego. Eran seres
imperfectos que comían cosas crudas, como carnes tubérculos, raíces y frutos
silvestres. Ningún alimento vegetal era
pasado por el fuego, ni calentado ni cocido.
Nada preparado se comía.
La carne no la humaban, no la
asaban; sino que la hacían cecina, la tendían al sol y la consumían seca.
La triste suerte de los primeros
hombres a causa de su imperfección era igual a la de los animales. Unos vivían metidos en los troncos, en los
huecos, en las cuevas; otros tenían ranchos para abrigarse, pero sin fuego para
calentarse ni lumbre para ahuyentar el miedo que emergía del fondo de las
noches. Solo MALEIWA poseía el fuego en
forma de piedras encendidas que celosamente guardaba en una gruta fuerte lejos
del alcance de los hombres.
MALEIWA no quería
entregar el fuego a los hombres porque éstos eran faltos de juicio, y en vez de
hacer buen uso de él podrían emplearlo para sus maldades. Por eso los preservó de su uso.
Pero
sucedió una vez, que estando MALEIWA sentado junto al fuego, calentando su
cuerpo al calor de la fogata, vio venir hacia él un joven con mucho frío.
Llamado JUNUUNAY.
MALEIWA al verlo, se indignó grandemente.
-¿Qué vienes a hacer, intruso? ¿No sabes que este sitio está
vedado a todo acceso? ¿Acaso vienes a perturbar mi tranquilidad y a colmar mi
paciencia?
Y
JUNUUNAY respondió con actitud suplicante:
-No, venerable abuelo.
Sólo vengo a calentar mi cuerpo
junto a vos. Clemencia!, no he querido ofenderos. Amparadme de este frío que me
hiela, que me puya la carne y me llega hasta los huesos. Tan pronto entre en calor me marcharé.
Aquel
joven audaz, para convencer a MALEIWA se valió de mil artimañas. Hizo crujir sus dientes. Erizó los poros de su cuerpo como carne de
gallina muerta, tembló como machorro, frotó sus manos. Hasta que por fin, MALEIWA, complacido, lo
aceptó.
Pero el
Gran Padre no le quitaba la vista de encima, porque tenía sus reservas respecto
a la habilidad de aquel extraño personaje, que más inspiraba admiración que
desdén.
…Y ambos
comenzaron a frotarse las manos y a darse calor en todo el cuerpo.
JUNUUNAY
se llenó de coraje y quiso conversar con MALEIWA para distraerlo, pero éste
permanecía callado sin hacer caso a las palabras del intruso. Pero, un rumor de viento hizo que MALEIWA
voltease la cara hacia atrás para mirar y cerciorarse bien del pequeño ruido
que se avecinaba. Era así como si fuesen
pasos cautelosos que estrujaran la hojarasca del paraje.
Aquel
instantáneo descuido lo aprovechó JUNUUNAY.
Cogió de la fogata dos brasas encendidas y rápidamente las metió en un
morralito que llevaba oculto bajo el brazo.
Con las mismas se dio a la fuga, y se escurrió por las malezas que
rodeaban la gruta.
MALEIWA: -¡Me ha engañado el muy bribón!
Lo castigaré dándlole el suplicio de una vida inmunda. Lo castigaré dándole el suplicio de una vida
inmunda. Lo haré vivir en los estercoleros rodando bolas de excremento… Y
diciendo esto, corrió tras el ladrón.
JUNUUNAY,
huía desesperado, pero sus pasos eran lentos y cortos que casi no avanzaba al
menor trecho. Y en ese trance difícil,
quiso emplear de nuevo su escurridiza habilidad para salvarse.
Llamó en
su auxilio a un joven cazador llamado KENAA a quien rápidamente le entregó una
brasa para que la escondiera.
KENAA
tomó la preciosa joya incandescente y se alejó con ella sin ser visto. El sol le ocultó de la vista de MALEIWA, pero
siempre fue descubierto cuando llegó la noche y trataba de esconderse entre las
matas.
Entonces
MALEIWA, para castigarlo, lo convirtió en cocuyo nocturnal, que en las noches
oscuras de invierno emite su luz intermitente cuando vuela.
JUNUUNAY,
en su angustia encontró a su paso a JIMUT al Cigarrón, y le dijo:
-Amigo mío, MALEIWA me persigue porque le he robado el
fuego para dárselo a los hombres. Tomad
esta brasa que me quema, huye con ella y escóndela en un sitio seguro. Quien posea esta joya será el más afortunado
de los hombres: sabio y grandioso.
Dicho
esto, JIMUT tomó la brasa y rápidamente la metió dentro de un palo de
caujaro. Luego la pasó a un olivo,
después a otro palo, y así se extendió y multiplicó por todas partes, hasta que
los hombres la encontraron, por medio de un niño llamado SERUMAA. Este niño, mientras se divertía en jugar y
saltar por entre los montes, iba señalando a los hombres los palos en donde
JIMUT había depositado el fuego.
Aquel
niño no sabía hablar, sólo sabía decir: ¡SKII!... ¡SKII!... ¡SKII!...
¡FUEGO!... ¡FUEGO!...
Los
hombres entonces se apresuraron a buscar el fuego, pero ellos no podían
encontrarlo ni tampoco lo sabían obtener.
Y así registraron todos los palos, los troncos y nada pudieron
conseguir. Practicaron mil maneras.
Taladraron y frotaron con sus manos dos varitas de caujaro, y al punto surgió
el fuego que iluminó el corazón de los montes y encendió de alegría el espíritu
de los hombres.
Desde entonces el fuego
lo destinaron a su servicio.
Ya los hombres no
sintieron más temor, ni volvieron a sufrir los rigores de las noches frías.
MALEIWA convirtió a
JUNUUAY en escarabajo, y lo condenó a vivir en las inmundicias por haber robado
el fuego.
Desde entonces, el
escarabajo vive y se alimenta de excrementos.
Y en castigo de su atrevimiento quedó impreso en su cuerpo la mancha de
su robo, las manchas brillantes que llevan en sus patas los escarabajos.
En cuanto al niño
SERUMAA, lo convirtió MALEIWA en pajarito que salta de rama en rama diciendo
¡SKIII…!¡SKIII…!¡SKIII…!¡SKIII…!
NARRADORA: Valentina León
ACTORES
MALEIWA
Joaquín André, Luis E Mata., Evelio Suárez, Valeria Díaz, Julián Dávila
JUNUUANAY:
Tom Martino, Christopher Adrián
KENA: Daniela
Aponte, Marialuisana Acosta, Juan Diego Pérez, Kenny Medina, Román Hernández
SERUMA:
Fabián Bermúdez, Fabián Hernández, Víctor Ortega, Alanis Pérez, Marianella
Prado.
JIMUT: Román
Hernández
ESCENOGRAFÍA
Diosmary Rivera, Estefani Agostini, Camila Cabrera, Melany Urbina,
Sinamaica Rubiu, Natalia Díaz.
MUSICALIZACIÓN:
Bárbara Bethelmy, Matías Cardone, Luis Fernando Fernández, Fabian
Hernández.