La Máquina es un merengue venezolano escrito por Balbino García en la década de los 20 del siglo pasado. El merengue venezolano proviene de la danza en compás binario. Instrumental o cantado se utilizó siempre para bailar. En esta época, agrupaciones de músicos populares conocidos como cañoneros, bien porque se anunciaban con explosiones de petardos, también llamados cañones, preferentemente en horas de la tarde.
De
acuerdo a algunos historiadores, el baile original del merengue no se bailaba
en pareja, si no en una rueda. En este baile circular la mujer y el hombre no
se abrazaban ni bailaban en una posición cercana. Bailaban uno frente al otro
sosteniéndose las manos al nivel de los brazos.
Esta
manera de bailar merengue se transformó con la influencia de los bailes de
salón franceses. Los esclavos africanos mezclaron elementos de sus bailes
africanos con algunas características de los bailes que la alta sociedad
bailaba en esa época.
El
origen del nombre de este baile podría ser africano. También es posible que el
nombre de “merengue” se derive del dulce llamado merengue, un dulce hecho a base
de azúcar y claras de huevo. El baile del merengue es divertido, con un ritmo
ligero y preciso, muy parecido a la textura de este dulce.
El merengue, pieza para cantar o bailar, se acompañaba con charrasca de metal, tambora y cuatro.
Estos alegres merengues de intrincados ritmos y letras jocosas y picarescas, son verdaderas piezas costumbristas. Tal es el caso de La pelota de Carey, de Lorenzo Herrera, dedicado a la esquina del Mamey en Caracas, perteneciente a Santa Rosalía, parroquia donde nació en 1896.
En Préstame tu máquina, Balbino García (1900–1969) narra los apuros de alguien a quien se le echó a perder la máquina de coser y pide prestada una, a la Señora Isabel. De García también es el merengue Carmen la que contaba 16 años y el vals Las brumas del mar.
Préstame tú máquina, Señora Isabel.
Yo no te la presto, se me echó a perder
Préstame tú máquina, para yo coser.
Yo no tengo máquina, se me echó a perder.
Préstame tú máquina, yo no tengo máquina,
yo
no tengo máquina, para yo coser.
Préstame tú máquina para yo coser,
mira que la mía, se me echó a perder
Yo te lo agradezco, querida Isabel,
hasta que la mía, pueda componer.
Préstame tú máquina, yo no tengo máquina,
yo no tengo máquina, para yo coser.
Julio me reclama con mucha razón
que tiene dos rotos en el pantalón
si no se lo arreglo, se va a enfurecer,
pues va pa'una fiesta, que da Don Manuel
Préstame tú máquina, yo no tengo máquina,
yo no tengo máquina, para yo coser.
Le daré manilla, pa'lante y pa'atrás
a la maquinita, que me va a prestá.
Gracias de antemano, querida Isabel,
en lo que termine, te la llevaré.
Referencia Bibliográfica:
Peñín, José. 100 canciones venezolanas Vol. I.
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